Hola, soy el Richi. Quizás me recuerden de otro mail, en el que me propuse mandar 100 mails antes del 31 de diciembre de 2021. No soy científico, pero faltando 39 días para fin de año, es muy poco probable que lo logre.
Ahora, técnicamente, el año al que alude el título de este newsletter recién se cumple en abril del 2022, pero entre el trabajo, el magíster, escribir la muestra audiovisual de un museo y otros temas varios, está bueno aceptar el fracaso de la idea original y ver qué sale de ahora en adelante.
Para reafirmar(me) la idea de que no tiene nada de malo el tomarte tu tiempo para hacer las cosas, quiero contarles una historia.
Entre el 29 de junio y el 22 de julio de 1912, la ciudad sueca de Estocolmo acogió la quinta versión de los Juegos Olímpicos de Verano. La impresionante suma de 2.408 atletas de 28 países compitieron en 14 deportes. Entre ellos, la maratón.
El ganador de esa prueba fue el sudafricano Kenneth McArthur, que se adjudicó el oro tras recorrer 42,2 kilómetros en un tiempo de 2:36:54, estableciendo además un nuevo record olímpico. Y la carrera fue cosa seria: de los 68 maratonistas que pisaron la línea de salida, 32 abandonaron, 1 murió y otro simplemente desapareció.
Esta es la historia de ese hombre.
Nacido el 20 de agosto de 1893 en Nagomi, Shisō Kanaguri fue uno de los dos atletas seleccionados de Japón para representar al país en Estocolmo. Kanaguri dominó durante todas las carreras clasificatorias para los Juegos Olímpicos, llegando a establecer un récord mundial de maratón en 1911 de 2:32:45.
Estocolmo era la primera vez que Japón participaba del evento multideportivo, y las esperanzas del país estaban puestas en él. Lo que no tenía, era presupuesto. Sería exagerado decir que Kanaguri tuvo que irse mochileando hasta Estocolmo, pero solo porque probablemente no tenía el dinero para comprar una mochila.
Si bien los detalles del viaje original se han perdido (o no pude encontrarlos en internet, que viene a ser casi lo mismo) en un esfuerzo de producción, hemos realizado una reconstrucción aproximada.
Desde Tokio hasta algún puerto en Corea, probablemente Donghae. Son 975 km. en línea recta, pero asumamos que en realidad fueron más entre el viaje por tierra a algún puerto de esa costa de Japón y luego un viaje en barco hacia Corea.
Desde Donghae a Vladivostok en barco. Otros 675 km.
De Vladivostok hasta Moscú en el mítico trans-Siberiano. 9.289 km.
Un tren de Moscú a Helsinki, Finlandia. Con paradas probables en Tver, San Petersburgo, Vyborg, Vainikkala, Kouvola, Lahti y Tikkurila. 1.089 km.
Y por último, un viaje corto entre Helsinki y Estocolmo, de tan solo 523 km.
En total, recorrió la friolera de 12.551 km en 17 días. Necesitó cinco días para poder recuperarse. Cinco días en los que no pudo dormir porque su habitación tenía una encantadora vista a los tranvías.
Además del cansancio, aparentemente Shisō tuvo problemas para adaptarse a la oferta culinaria sueca, que ofrece platillos tales como el Surströmming (arenque agrio fermentado), el sill (arenque encurtido) o, si se quiere salir del espectro del arenque, el pölsa (la respuesta sueca al haggis).
El día 14, el taxi que debía llevar a Kanaguri al lugar de la carrera no llegó, por lo que (juro que no estoy inventando nada) Shisō tuvo que correr hasta la línea de salida.
Si la vida fuera una película, esta historia acabaría con Kanaguri remontando la adversidad y llegando primero a la meta. Pero como la vida no es así, en realidad el calor hizo imposible para muchos corredores el poder continuar, Shisō entre ellos.
A media maratón fue invitado por unos amables suecos a un fika. Y nadie podría culparlo por quedarse allí el resto de la tarde para finalmente tomar el tren de vuelta a su hotel.
El problema es que, por vergüenza, volvió a Japón sin avisar a los organizadores de las Olimpiadas, por lo que autoridades suecas lo dieron por desaparecido.
En 1967, la televisión sueca dio con él y le ofreció la oportunidad de completar la carrera oficialmente. Propuesta que Kanakuri aceptó. Su tiempo final fue de 54 años, 8 meses, 6 días, 5 horas, 32 minutos y 20 segundos.
Shisō participó en varias competencias después de la accidentada maratón de 1912. Es considerado como el padre de la maratón en Japón y tiene un museo en la prefectura de Kumamoto. En lo personal, tuvo seis hijos y diez nietos.
Shisō Kanaguri falleció el 13 de noviembre de 1983 en Tamama, a la venerable edad de 92 años.